Comenzando por el final, para volver a empezar.

Esta es una de esas veces que decides apartar el alma de las decisiones y darte una oportunidad a fracasar.

Hoy es un día mágico. Bueno, mentira; es un día gris, lluvioso y nostálgico, de esos que me encantan a mi y los que sé que tú odias. Por eso último, y por más razones que también sé que te importan una mierda, he salido de casa a causa de un arrebato de rabia inexplicable. Arranco el coche.. Lo intento, porque parece que hoy las circunstancias y el motor de esta chatarra se han puesto completamente en contra de mi; la máscara de pestañas ha tatuado mi tristeza sobre estas mejillas mediante un recorrido desde mis ojos hasta mi barbilla, marcando así el trayecto que han seguido las lágrimas antes de dejar huella sobre mi falda; las medias se han desgarrado y bueno, no quiero hablar de mi pelo, sólo digo que la humedad no es buena peluquera.

Por fin parece que el motor da tregua y me dispongo a salir. La carretera es uno de esos 'lugares' en los que el ruido de las ruedas, el trayecto y la música de la radio me hacen pensar.. o no pensar. La sensación perfecta de 'huyo del mundo, y que me busque quien quiera' no hace más que crecer por momentos y kilómetros, y el sonido de la lluvia sobre el parabrisas está en perfecta armonía con mi estado anímico; el ritmo intenso que marcan las gotas en conjunto, la fría agua sobre el cristal y el camino que dejan tras de sí todas aquellas que se encaran a la inercia cada vez que acelero. Impotencia, frío. Y el miedo continuo de llegar y que no estés en casa, o que estés...bien acompañado.

Fin. Subo el volumen, y suena esa canción que tantas noches se ha interpuesto entre mi almohada, mis penas y yo. La entono, se acaba. Y obviamente: Soy la estúpida inocente que hasta hoy se sigue creyendo ser la única que tú tratas de 'princesa'. Risa cínica, ¿Qué más puedo hacer? Llegaré, te gritaré, y llorar...No, espera, eso no lo notarás porque llueve y tu casa no tiene porche en la puerta delantera. Perfecto. Al menos me libro de que me veas débil. Si, mi mayor miedo es ese mismo: Que me veas llorar. No quiero, me niego rotúndamente a llenar ese vaso de tu ego que ya va más que sobrado por todas esas ocasiones en las que, después de una más de tus putadas, he acabado desnuda y abrazada a ti. A otra cosa, no es momento de ponerme así; ahora no, aquí no.. Delante de ti, no.


Al fin y al cabo aquí estoy. Llego a tu puerta, y me doy un momento antes de tocar.. ¿Qué hago aquí? ¿Qué he venido a buscar? ¿Por qué? ¿Qué gano? ¿Qué pierdo? ¿Qué coño me ha pasado? Yo no soy esta que, empapada, con el rimmel corrido y los zapatos encharcados llora antes de entrar a decir un 'ya no me haces falta'. Yo siempre que sido la mala de la película, la zorra sonriente que te besaba delante de tus amigos para que entre ellos se susurraran un 'Joder' envidioso mientras nos alejábamos; mientras me alejaba subida a mis catorce centímetros marcándole el compás al tiempo que pasaba a tu lado. Yo era la que sabía trazar la sonrisa perfecta de rojo carmín, la que sabía cómo, cuándo y qué decir para volverte loco... Y ahora, ¿Qué? ¿En qué me has convertido? ¿En qué me he convertido..? A la mierda. Nada de lo que ahora, muerta de frío, de miedo y de rabia, absolutamente nada de lo que pueda decirte servirá para hacerte ver lo que realmente valgo (no ahora, porque sé que empapada y con estas pintas poco puedo exigir, pero aún así) No quiero que te des cuenta de quién y qué soy para ti viéndome en este estado. Cierro la boca, aprieto los dientes y vuelvo a mis cuatro paredes. Cascos, té hirviendo, manta y en la radio suena esta vez la canción que me adjudiqué esa noche que decidimos estrenar mi coche nuevo, ¿Recuerdas? Después de dibujar en los cristales dije que esa iba a ser mi canción, porque tú estabas conmigo y eran esos momentos en los que el mundo era mio. Todo era mío. Tu olor, tu camiseta, tu pelo, tú. Todo lo era, hasta la luna y esa maldita canción que ahora retumba en mis tímpanos y cala en mi cual.. cual puta con su mirada. Joder. La fría brisa que me acompaña en el balcón me trae recuerdos, o supongo que será este cigarro. 


Recuerdo muy bien la última vez que fumé: Ella, ese paquete blanco y rojo e Italia. Estábamos en una piazza de no se qué, delante de un enorme templo iluminado en plena noche. La amistad dicen que no se basa en lo material, y es tan cierto; la nuestra se ataba con humeantes lazos de color gris. Ella me exhalaba sus penas y yo dejaba que ella catara las mías.. En fin, volvamos a mi piso y a este húmedo balcón, donde estoy haciendo algo que no debería hacer, más que nada por mi.. Pero es que.., Joder, si soy tan suicida como para catar nicotina con estos pulmones, con tal de olvidar.. Piénsalo, ¿Qué no haría por ti? ¡Piénsalo, idiota! Tan zorra no he de ser si soy capaz de hacer feliz a alguien.. ¿No? No sé. Quizá me equivoque, pero estoy segura de que tengo un corazón que ahora late a mil por hora pensando en todo lo que pierdo dentro de tu maleta si te vas, todo lo que dejo ir si me dejas.. Ahora, justo hoy.. Justo cuando he decidido que el carmín y la máscara de pestañas, los tacones rascacielos y mi vestido de Prada no me hacían falta para ser feliz. 
No quiero que me miren, no quiero sonrisas, no quiero lágrimas ni sms's pidiendo un año juntos.. Sólo quiero que cojas tu maldito móvil, me busques en tu agenda y cuando yo te lo coja al tercer intento (porque ya sabes el molotov orgulloso que soy) me digas que aquí no hay ni perdón, ni perdonado; aquí estamos tú y yo haciendo un paripé y perdiendo un tiempo precioso que podríamos estar aprovechando para dibujar sobre las ventanas de mi ya no-nuevo coche, o simplemente estar escuchando mi canción, o simplemente ser felices juntos._