Didáctica vida. Vol I

Después de dos cervezas salpicadas dentro de un cuerpo que lleva sin dormir 48 horas, el columpio del parque era el sitio ideal para divagar sobre postulados, leyes y otros tantos métodos de estudio físico que, tanto ella como yo, degustamos despreciando las fuerzas de gravedad sentimental. 
El sol, la inercia de balanceo de aquella amaca de parque infantil y nuestras ganas de olvidar el largo día de clases embriagó más la conversación; pasando de las experiencias risueñas, hasta las más complejas ecuaciones de movimiento armónico no tan simple.

Las dos estamos aprobadas en la vida y probadas por el amor; masticadas y escupidas.. Por ágrias, o quizá por la falta de paladares exquisitos. 
Más de una vez, hemos terminado las dos sentadas en algún parque como este, sumidas en nuestras comparaciones, midiendo la vida y algunas mentes que, en muchas ocasiones, tuvieron como única virtud veinte centímetros escasos. Pero quizá era eso lo que buscábamos; o no. Quizá nunca hemos esperado más; o sí.. 
En ambos casos, siempre acabamos sentadas espalda contra espalda, con el índice y el corazón trazando la 'V' de vida; reflejando en el cielo lo grises y disueltas que están nuestras esperanzas; cerrando los ojos, y riendo por el efecto del entendimiento mútuo, disimulando el rimmel corrido y asimilando que, gracias o desgracias a nuestras corazas, sabemos saborear este tiempo nuestro que ganamos cada vez que duele.

Hoy la conversación se centró en Madrid, en los kilómetros, las imposibilidades, el miedo y, como no, el sexo. Ella refutaba mi capacidad de amar, y yo mantenía mi teoría basada en 'intentarlo'. Le hablaba de sus vicios a los malos vicios, ella me recordaba que nuestra amistad es uno de ellos. Y así. Ella y yo. Yo y ella. Nosotras. 
En su enorme metro sesenta y tres han cabido todas mis lágrimas, sobre todo esas de la noche italiana, en la que el vodka decidió hablar por mi y ella solo se dedicó a escuchar, y a entenderme. En ella está el secreto de esa piazza iluminada por las luces nocturnas; sobre ese frío banco romano en el cual, a día de hoy, seguirán marcadas nuestras 'emes'; en el cual callamos, y nos dedicamos a escuchar el ruidoso tráfico de la ciudad en ruinas, que, a su vez, maquillaba el carraspeante latido de nuestros diminutos corazones, casi tan fríos, duros y altaneros como el antiguo templo que se plantaba ante nuestras penas.

Ella es los cortados a las siete y media de la mañana, el aliento a tabaco y ron, las madrugadas asomadas en aquel ventanal del hotel y muchas otras mágicas mierdas que ella y yo nos hemos dedicado a pisar juntas...

Amistad. Creo que es ahora cuando tocaría definir ese término y decir que una amiga es esa cosa que sacas del bolso cuando la necesitas. Pero no. No os voy a decir qué es o qué significa, porque sé que quizá mi percepción no este al gusto de sal para todos. Solo mencionaré un detalle: La amistad es esa unidad que mide el tiempo, el espacio, las distancias, la masa y el peso de cada asunto que te come el alma. La amistad es inversamnte proporcional a lo que muchas veces llegamos a merecer. La amistad es.

_Ella, luego existo.