DECEPCIÓN s. f. Pesar causado por un desengaño o una desilusión.

 Yo sí que os voy a hablar de decepciones...

Decepciones de verdad, como la que acabo de sufrir ahora, mientras escribo e intento comer cereales con fruta. Odio la fruta deshidratada. La odio mucho. Pero me encantan estos cereales que comía sin dejar de mirar a la pantalla, y entonces ahí se me cayó el alma al suelo: Me comí un trozo de mango deshidratado. ¡Qué decepción! Más que asco, os lo juro. Empecé a cambiar de cara y encima no pude escupirlo porque tengo a mi madre al lado. ¡Oh, joder! Doble decepción al tener que tragarme este mango deshidratado y asquerosamente dulce. Ogg. Menos mal que ya pasó y pude tomar un gran trago de café amargo. Eso lo cura todo. Prometido.

Otra decepción que también me pasa a menudo es la de las gafas de Sol, ¿Sabéis de qué os hablo? De cuando sales de trabajar, tus ojos escuecen por culpa del rimmel y el cansancio. Llevas un bolso grande. Vale. Primera decepción al tener que pararte, apoyarlo sobre tu rodilla—quedando así en una postura nada provocativa—y rebuscar en cual pajar para encontrar el estuche de las gafas. Uf, por fin. Después de sudar a gota gorda y decepcionarte porque ahora notas como el sudor baja por tu espalda, retomas tu paseíto sexy mientras te dispones a abrir el estuche de las gafas, esperando ocultar tras ellas tus días de mierda y... ¡Sorpresa! Tus cristales blindados contra el mundo se quedaron en otro bolso. Decepción. Decepción es eso.

 Decepción es querer, poder y no deber hacer algo. Decepción son las aceitunas que creíste sin hueso. Decepción, también, son las toallas que cojes para secarte y resulta que aún están mojadas de la vez anterior. Además de terriblemente mojadas y apestosas; frías. Doble decepción.

Decepción es que te baje la regla antes de un concierto. Decepción es no poder saltar al ritmo de la música hasta que se te caigan las bragas, porque igual te desangras y mueres. Decepción es no llegar al orgasmo,  o que no se abran las palomitas en el microondas. Decepción es correr hasta el autobús y que se largue cuando ya le ves la cara al hijoputa del conductor. 

Decepción, decepción y más decepción.

Igual algún día me levanto y lo primero que hago es decepcionarme. Aunque, ¡Esperad! Ya me ha pasado, claro. Me levanté y comprobé que el alcohol evoluciona en resaca. Sobre todo el tequila. Uf, qué resaca. Y lo peor es que le dije que le quería. ¡Al tequila no! Pero ojalá se lo hubiera dicho al tequila. O al limón. O al bote de sal. Pfff... Decepcionante. Por eso me levanto y miro el móvil a pesar del dolor de cabeza y... ¡Más sorpresa! Ni un mensaje. Ni un WhatsApp de esos. NA-DA. ¡Y le dije que le quería! Soy una decepción decepcionada y resacosa, viva la redundancia. 

 Decepción es estar poniéndote tus medias favoritas y al llegar al final rajarlas con la uña. Decepción es no encontrar bragas de follar justo cuando sabes que vas a follar. Decepción es no follar cuando pensabas que ibas a follar. Decepción es follar y que no resulte ser como pensabas.

La decepción en sí es eso; una decepción.