Llueve.


Hoy he aprendido una gran verdad: Cuando la carretera está seca no ves como se pierde entre tus pasos. En cambio, después de una de esas tormentas que tintan el asfalto de siete tonos diferentes de gris, te das cuenta que son mucho más que simples kilómetros lo que se desliza bajo tus pies; son sueños, pesadillas, sonrisas, baches, caídas... Es todo lo que tú eres, y lo peor de todo es que te das cuenta de ello solo después de una de esas lluvias tupidas que no solo traen frío y un húmedo dolor de cabeza. Qué va. Además revelan sobre esas infinitas carreteras lo mucho que somos, y lo poco que nos damos cuenta de ello por pisar siempre un suelo que ni resbala, ni nos duele.