Eres mi última vez.



Interiores.

Sigo pensando que eres mi hogar porque, como contra un maldito mueble del salón, tropiezo con tu pecho y—mientras muero de dolor—abro mis ojos encharcados y veo que no hay sitio donde joderme me haga más feliz que aquí. En ti. En mi hogar. Contra tu pecho.

Yo también crecí sin Dios.


“Therese Dreaming” (1938) by Balthus.

Poetas...

Cada día estoy más convencida sobre aquello de que un hombre de artes debe tener tres mujeres: La musa, la amante y la amada. Creo que mi paisano, el Sr. Brodsky, estaría de acuerdo conmigo en que es absolutamente imposible encontrar esas tres cualidades en una misma mujer porque un poeta necesita dividir su alma para crear; necesita sufrir. Y no hay nada que duela más que una fisura entre las costillas para hacer hueco y meter en una misma vida tres corazones más, a parte del que ya se tiene.



Pd: Me vale ser amante. Tímidamente.