bibbidi bobbidi boo

Papá, yo creo que eres un mago. Desde que intento encontrar el amor que no tengo y sé que merezco los hombres repiten conmigo el mismo ritual que tú inventaste: vienen y se van, vienen y se van, vienen y vuelven a marcharse hasta que un precioso día me abandonan.

No sé, que ojalá y este conjuro se deshaga pronto, ¿no? Ya no tengo edad para jugar con sapos.

Instrucciones para ser tu libro


Ya sé que soy un poco de otra época, que a veces mi pelo es casi de un color amarillento a causa de los rayos de sol y que, en ocasiones, parece que lea lo que digo pero... No, amor; no soy un libro que puedes cerrar y dejar en la estantería con un 'ya te terminaré otro día'. No. Aunque admito que me quieras como a tal y, si te es más fácil entenderme con alegorías y comparaciones, incluso puedo explicarte esto a tu gusto:

Hoy me has roto las costuras. Has llegado al centro—justo entre las páginas 156 y 157—y has desgarrado con tus blancas manos esto tan fino que soy; esto que reconstruí para ti con mucho hilo y aguja.
Sé que posiblemente yo no sea la mejor historia que hayas leído en tu vida (ni siquiera impresa estoy en el mejor papel ni con la mejor tinta), sé que tengo vacíos temporales y que mi sintaxis falla en la mayoría de las vivencias que juro haber sufrido pero, amor, te prometo haberme escrito para quererte.

 Toda mi vida—pequeña y triste vida—la he pasado dejando apuntes en los bordes de mis páginas para ser mejor novela; he escapado de mil best sellers y he sufrido en mis propias tapas el dolor de ser un libro olvidado en cualquier banco del Labordeta. Me he corrido por culpa de varios cafés malintencionados y tengo mil salivas impregnando mis esquinas pero, desde hoy, sólo soy tuya. Así pues no me cierres, no me arrugues y ten en cuenta que ser de tapa blanda no ayuda a protegerme de los golpes que le das a la vida con mi cuerpo.

Soy frágil, como tú.

Y si me dejas demasiado tiempo entre Montesco y Capuleto posiblemente ya no haya Shakespeare que me repare el corazón; me oxidaré. Y entonces quedaré tirada, fría, sola y vacía sobre la sábana sucia de algún rastro: esperando que otras manos—ya no tan blancas como las tuyas—me relean, empezando por aquello de <<Barcelona.- 4 de Enero del 2014>>...